En 2018 el 8M pilló por sorpresa a los partidos en el poder. Ejemplo de ello es que aquí en Zalla el PNV contraprogramaba la manifestación de Bilbao con una charla de Itxaso Atutxa en un día histórico en el que se convocó la primera huelga feminista de nuestra historia. No supieron ver que la cosa iba en serio y ante sus atónitos ojos la huelga tuvo un buen seguimiento y una marea de mujeres de Zalla y de toda Euskadi acudió en masa a aquella manifestación para decir basta. Basta de soportar la carga de sostener al sistema con trabajos precarios, basta de pagar el coste soterrado de los cuidados, basta de techos de cristal y de la brecha de género. El hartazgo atravesó el corazón de mujeres de todas las generaciones que reclamaron cambio para no ver a sus hijas y nietas seguir pagando el precio de ser mujer.
Pero mantenerse en el poder requiere una buena capacidad de adaptación y en eso los partidos políticos son maestros del disfraz. En menos de un año les vimos en primera línea de las manifestaciones, dando grandilocuentes discursos y firmando manifiestos feministas para mimetizarse con la protesta y poder vendernos que están trabajando por el cambio. Ejemplo de ello es el compromiso que adquirió nuestro ayuntamiento el año pasado para implantar las medidas recogidas en el manifiesto de EUDEL del 8M. Algunas de estas medidas incluían posibilitar el acceso a los servicios del municipio para corregir desigualdades y facilitar espacios y nuevos recursos que fomenten el empoderamiento de las mujeres de Zalla. Estamos tan acostumbrados a esta estrategia comercial del embaucador que nos vende las bondades de su gestión que ya no nos extrañan estos repentinos cambios de discurso.
Sin embargo, la tozuda realidad termina abriéndose paso y tres años después de aquél 8M nos encontramos ante la disyuntiva de tener que denunciar que el rey está desnudo y que los compromisos están para cumplirlos. Aquí y ahora, en Zalla, cuando Zalla Bai presenta una moción para que no caigan en el olvido las reivindicaciones de la EPA, que realiza una labor fundamental ofreciendo oportunidades de formación a las mujeres de nuestro pueblo, entonces no hay tiempo para incluirla en un pleno y se queda guardada en un cajón 3 meses. No es urgente el tema, no les parece preocupante que desde el año 2015, gracias a los recortes del Departamento de Educación, solo tienen cuatro convocatorias y en caso de suspender la mayoría queda excluida del sistema ya que su único recurso es la educación a distancia que sólo está disponible para los niveles superiores de la EPA. Tampoco les parece grave que se haya reducido la cantidad de programas formativos no reglados (PFNR) que se pueden ofertar y se haya acotado el tipo de contenido, no pueden dar idiomas, arte, reciclaje, cine o laboratorio.
Paradojas de la vida, la moción entró en el pleno en vísperas del 8M de 2021 en plena pandemia COVID-19. La pandemia que nos ha conducido a una crisis global que ha hecho tambalear todos los indicadores esenciales de bienestar y que como no podía ser de otra forma ha impactado especialmente sobre las mujeres. Las mujeres que han luchado contra la pandemia en primera línea en puestos de trabajo de limpieza, alimentación, salud y cuidados, que independientemente de su profesión han visto aumentada su carga de trabajo en el hogar y precarizados sus puestos de trabajo. Seguramente por todo esto quieren que sea el 8M de «los cuidados», un eslogan muy apropiado para poner en valor el trabajo invisible de innumerables generaciones de mujeres que se han ocupado de alimentar a sus familias, de cuidar a los enfermos, de educar a los niños y llevar a cabo las tareas necesarias para el sostenimiento de la vida. Un trabajo callado que es fundamental para mantener el sistema pero cuyo coste asumen las mujeres porque el sistema no le reconoce ningún valor económico o social. Muchas de esas mujeres tienen además la valentía de luchar por formarse y se matriculan en los cursos que oferta la EPA. La matrícula en un año normal es de unas 300 alumnas de las que un 95% son mujeres. Mujeres de edad avanzada que ahora tienen la oportunidad de cursar estudios, ejerciendo así el derecho a estudiar a lo largo de la vida, mujeres en riesgo de exclusión, con problemas económicos para las que la educación es clave para salir de la pobreza. Ellas son las mujeres de carne y hueso a las que creemos que debe dedicarse este 8M y por eso sentimos que es nuestra obligación denunciar el teatro institucional y la liturgia de las formas que pretende convencernos de que se trabaja pero cuyo objetivo último es que la gente esté tranquila para mantener el statu quo y que todo siga igual.